Un término que cada vez escuchamos con mayor frecuencia, podemos definirlo de forma muy simple. La obsolescencia programada es la construcción intencional por parte de los fabricantes de equipos destinados a ser útiles un determinado periodo de tiempo, posterior a este, fallarán.
¿Engaño?, ¿Juego sucio?, ¿Trampa de los fabricantes?, ¿Necesidad del mercado? Un poco de todo eso podría ser la respuesta. Todo surge a principios del siglo pasado, en la revolución industrial, muchos empresarios decidieron acortar el tiempo de vida útil de sus productos para generar más ventas.
El ejemplo típico es el de los focos, que en sus inicios tenían una duración de vida corta, la cual fue mejorando hasta ofrecer en algunos casos una vida útil de hasta 2500 horas, con el consecuente resultado de bajar las ventas, entonces, se organizaron los fabricantes de focos para limitar el número de horas de vida de cada bombilla, considerando como límite máximo 1000 horas.
Este ejemplo fue imitado por muchas otras industrias del mercado. También muchos inventos limitaron su desarrollo al ofrecer tiempos de vida en materiales que no tienen un deterioro en su uso continuo, obteniendo objetos de una longevidad muy grande, cosa buena para el usuario y no tan grata para el fabricante.
Una línea de pensamiento podría ayudarnos a entender una de las razones por la cual las empresas practican esta forma de construir sus equipos, piensa un poco, que pasaría si los focos que inventaron hace cien años los hubiesen fabricado con la intención de nunca fallar, de durar muchos años, sin considerar un tiempo de falla.
Comercialmente estarían quebradas esas empresas, sus ventas en aquellas épocas generarían millones en ventas, en un periodo muy corto, pero al ser un objeto de uso comercialmente infinito, no tendrían gran rotación, no serían necesarios los reemplazos, esto afectaría en gran medida la reinversión en tecnología, ¿Para qué inventar nuevos focos? Si los existentes duran toda la vida.
Las empresas que fabrican un producto estarían obligadas a mantener refacciones de ese modelo por muchos años en el mercado, lo cual imposibilitaría a las mismas empresas a montar nuevos equipos para fabricar modelos diferentes, ya que sus instalaciones estarían siempre ocupadas por los equipos antiguos que fabrican las refacciones de modelos anteriores, generando un costo mayor, por mantener personal que mantenga la producción anterior y contrataciones para los nuevos diseños.
El avance tecnológico no sería tan rápido como lo ha sido en la última mitad del siglo XX o en las primeras décadas del siglo XXI. Volvemos a la pregunta ¿Por
qué comprar un equipo nuevo si el viejo funciona de forma correcta?, ¿Requiero hacer un cambio por alguna nueva función?, ¿La mercadotecnia nos ayuda a desear comprar ese nuevo equipo sin necesidad real de él? Son preguntas difíciles de contestar.
Regresemos al principio, la fabricación honesta incluye muchos factores. El diseño de nuestro producto puede llevar años de investigación, mucho dinero invertido en el equipo para su producción, todos los requerimientos legales, permisos sanitarios en caso de necesitarlos, pago de impuestos, emplear personal y calificarlo para el correcto uso de la maquinaria, la administración de la empresa, la logística y distribución del producto para su exposición y venta, llegando a lo más importante al final de todo esto, generar una utilidad. Correcto, es una empresa y debe ganar dinero.
¿Generar dinero a costa de cualquier cosa? No. Debe participar la ética, en cualquier empresa debe existir un código de ética, que norme buenas costumbres y prácticas de fabricación. En esta combinación es dónde está el conflicto que ha perdurado por años. ¿Cuánto deben durar los equipos que fabrico y por qué?
Un producto tras su fabricación tiene un tiempo de vida útil, aún con la buena calidad de los materiales de construcción y el uso adecuado por su comprador, es cierto afirmar que existe un desgaste debido al uso cotidiano, este desgaste obliga al mantenimiento y cambio de partes, las cuales pueden estar disponibles en el mercado por el fabricante o algún tercero, cosa común en el mundo de las refacciones automotrices.
También es cierto que con el paso del tiempo y el desarrollo de nuevas tecnologías pueden llegar a un final anticipado a su vida útil, un ejemplo de esto son las televisiones de tubo de rayos catódicos, de tecnología totalmente analógica en la recepción de la señal que captaban sus antenas, el mundo dejó de transmitir señales analógicas y dio avance a la modernidad de la tecnología
digital, la gran mayoría de las televisiones pasaron a una obsolescencia con el cambio, una minoría optó por usar convertidores de digital a analógica.
¿Fue correcta esa imposición? Depende a quién le preguntes tendrás diferentes respuestas. La ecología tiene la suya propia, si consideramos los millones de televisores con tubos catódicos que fueron tirados a la basura podemos pensar que no fue correcto, sin embargo, dejaron de producir ese tipo de equipos que algún día, cuando por su desgaste normal de uso dejaran de funcionar contaminarían el planeta de igual forma.
El mercurio contenido en los televisores antiguos, que actualmente ya no existe en las pantallas LED es un alto contaminante, ese es un punto a favor del cambio en beneficio de todos. La fabricación de las nuevas pantallas es menos perjudicial para el medio ambiente.
Este ejemplo nos lleva a diversas preguntas: ¿Si la tecnología mejora el proceso de producción de un producto? Creando ventajas en diversas áreas, al fabricante le puede disminuir los costos de fabricación, al usuario le puede resultar en un menor costo de mantenimiento o de uso del nuevo equipo, esto es muy obvio en los autos al gastar menos gasolina o en las impresoras en tener un costo menor por hoja impresa, otro factor a favor, generan menos contaminación en su fabricación y su uso, ¿es correcto que un equipo tenga está obsolescencia programada y pueda ser sustituido por uno mejor?
El uso de los vehículos modernos, con niveles de seguridad que en el siglo pasado no tenían, hace un contraste muy fuerte y divide opiniones, cuando escucho a personas quejarse de lo frágil que son ahora los autos comparados a los de antes, cuando se hacían de lámina fuerte, con motores que duraban y siguen caminando aún, hago algunas observaciones, es cierto que en muchos accidentes los autos salían bien librados por su dureza, pero los ocupantes del vehículo resultaban dañados seriamente, hoy eso es diferente, los autos se diseñan para deformarse con un impacto y absorber la fuerza del golpe, considerando conservar la integridad física de los ocupantes.
La razón para cambiar auto no necesariamente es por esa obsolescencia programada, que como comenté anteriormente permite a los constructores sacar del mercado y de sus líneas de producción refacciones para modelos que ya no resultan seguros para la gente y comercialmente rentable para ellos, teniendo la oportunidad de desarrollar vehículos nuevos con mejores características para los usuarios.
¿Podrían los fabricantes de autos tener ambas cosas a la vez?, ¿Conservar en producción refacciones para autos muy longevos e investigar y desarrollar nuevos productos?, No lo sé, ni es algo que me interese responder en este artículo, solo deseo ver la obsolescencia desde un punto de vista imparcial.
En Francia no se permite está práctica, lo consideran un delito y los fabricantes están obligados a pasar estándares de criterio de durabilidad.
¿Quién supervisa en México? La Profeco, en conjunto con el Instituto Politécnico Nacional se encargan de dar a conocer a los fabricantes que llevan a cabo estas prácticas.
Caso de estudio. Es importante analizar algún ejemplo y las impresoras de diversas marcas en el mercado son uno muy interesante. Ofrecen a bajos costos el equipo de impresión y no hacen la observación al comprador que los cartuchos tienen un costo muy alto, tampoco avisan el uso de chips electrónicos que impiden que los cartuchos sean reutilizados o que las impresoras tienen un límite de hojas impresas y entonces dejarán de funcionar.
Ocultar este tipo de información al usuario y comprador de sus productos considero que es una falta total de ética, cada fabricante tiene derecho a diseñar y construir sus equipos de acuerdo a sus especificaciones deseadas para vender
o tener clientes cautivos, siempre y cuando este tipo de información sea visible y se informe de la operación y características de cada componente, en torno no solo a la garantía que normalmente conocemos, también considerando la obsolescencia que intencionalmente han considerado en cada producto.
La tecnología no es la única afectada como industria que se beneficia de esta mala praxis, podemos citar a las editoriales que año con año cambian sus libros de texto con el objetivo de incentivar a la compra del nuevo volumen ¿Un engaño premeditado? En algunos casos cambian solo imágenes y números de página para crear la falsa idea de ser un nuevo libro, también pueden ser realmente cambios significativos en su contenido, mejorando la información ofrecida al lector en ésta nueva edición. ¿Cuál es la verdadera respuesta?
La industria del software y hardware generan millones de dólares cada año en sus cambios de versión, incluyendo nuevas características en cada una de ellas, muchos usuarios están agradecidos por incrementar la productividad o mejorar
la interfaz de las aplicaciones, otros, simplemente se resignan a tener que invertir en la nueva versión para poder continuar con su trabajo.
Algunas empresas han cambiado su forma de comercializar sus productos, ofreciendo un sistema de pago diferente al convencional, anteriormente se realizaba un pago por la compra del software y le pertenecía al cliente una licencia de uso, teniendo el fabricante la obligación de realizar la corrección de errores durante un periodo de tiempo limitado, esto podría considerarse como estrategia de obsolescencia.
Actualmente, ofrecen al usuario la mejor opción del su producto realizando pagos parciales, a modo de suscripción o bajo un concepto de streaming en el cual continúan pagando con la oportunidad de utilizar la versión más reciente de la aplicación. Esta nueva modalidad permite tener contento al fabricante y al cliente final.
Y después de todo esto, ¿qué pasa con la basura generada? ¿No hay forma de eliminarla?, entramos en una carrera mercadológica de Comprar, usar tirar. Una actitud muy cómoda ante el constante bombardeo de nuevos productos.
Recuerdo en mi infancia que los bebés utilizaban pañales de tela, que las madres tenían que lavar constantemente, debido a que los bebés ensucian muchos de ellos todos los días. Fue una bendición para las mamás cuando surgen los pañales desechables y los basureros incrementaron su volumen debido al nuevo producto en el mercado.
Eso pasa de igual forma con los productos dentro del ciclo de obsolescencia programada, se van a la basura muchos productos que generan residuos de todo tipo, reciclables, no reciclables, contaminantes químicos, metales pesados ¿en dónde se almacena toda esa basura? ¿Quién lo hace? Tenemos como resultado tierra infértil dañada con toda esa basura por años, tal vez siglos, que inutilizan
para uso agrícola o de vivienda esos terrenos, más aún, contaminan los ríos subterráneos que surten de agua a las poblaciones cercanas, creando problemas de salud a corto y largo plazo.
¿Tendríamos tantos avances tecnológicos si estuviera prohibido este tipo de prácticas?, ¿Podrían ser rentables las empresas si producen artefactos cuya duración les obliga a conservar refacciones y modelos por muchos años?
La gente empieza a poner manos a la obra para solucionar esta problemática, existen muchas iniciativas que crean conciencia en los fabricantes, algunos incrementan la garantía de sus equipos, ofrecen refacciones para poder repararlos en lugar de sustituirlos, mejoran el periodo de vida útil, contaminan menos en su fabricación o utilizan materiales biodegradables, incluso han dejado de usar elementos altamente contaminantes en su fabricación, como el plomo o mercurio.
Surgen nuevos conceptos para dialogar sobre estas nuevas iniciativas y formas de pensar, el diseño sostenible, que menciona el uso de materiales ecológicos, procesos limpios de eliminación, generar conciencia. El diseño social, habla de la creación de productos alternativos utilizando materiales biodegradables y mejores soluciones que sean amigables con el medio ambiente.
Las universidades han modificado sus planes de estudio, integrando la ecología como un tema importante, la ética y conceptos como socialmente responsable, en las carreras que imparten, tendremos en un futuro cercano, ingenieros, arquitectos, licenciados con conocimientos que les permitan cuidar más el medio ambiente, mercadólogos con que apliquen métodos de conciencia social. Debemos tener un crecimiento sostenible en nuestro planeta y es responsabilidad de todos.
El apoyo a marcas honestas y éticas también es una buena opción, compremos los productos a las que ofrecen beneficios a largo plazo, aunque de forma inicial no sean los más económicos, nos corresponde a los usuarios también aportar nuestra participación de forma activa, no solo reclamar y exigir la eliminación de prácticas de obsolescencia, nos corresponde hacer un uso inteligente, tomar decisiones de compra adecuadas es parte de la solución.
La fabricación cada vez más recurrente de productos que pueden actualizarse sin la necesidad de comprar un producto totalmente nuevo es una buena opción mostrada por algunos fabricantes que ya entendieron la nueva forma de hacer negocios sustentables.
Y tú ¿Qué hábitos de consumo cultivas? Conviértete en fan de las tres erres, reciclar, reusar, reparar.