Venderle a la vida
Venderle a la vida

Venderle a la vida

A lo largo de mi vida he sido muchas cosas en distintos momentos, he vivido como mujer, hija, amiga y madre con resultados mejores que otros, viviendo sobre la marcha combinando varias facetas de mi persona en un mismo momento o incluso forzándome a soltar algunas de ellas pero hay una versión de mi que jamás perderé y es la de vendedora.

Creo fervientemente que todas las personas por naturaleza somos vendedores, sin importar raza, credo o actividad empresarial, sencilla y directamente vendemos,  le vendemos a nuestros padres un ideal de hija y queda en nosotros volverlo una realidad, a nuestros hijos les vendemos una madre que ama sin límites y que hará hasta lo imposible por su sano desarrollo para que cuando llegue el momento de demostrarlo lo hagamos con la facilidad que tiene hervir un huevo, damos así una ilusión de confianza y seguridad tal que aparentamos que siempre supimos que es lo mejor para ellos aunque la realidad dista muchas veces de serlo y a título personal, cada día que despierto me vendo a mi misma la idea de que soy una mujer resiliente, indetenible y feliz, idea que muchas ocasiones me ha costado realizar porque no lo soy siempre, hay momentos en que me frustro, equivoco y caigo muchas más veces de las que me gustaría aceptar pero a pesar de los obstáculos jamás abandono la idea que me vendí a mí misma cada mañana  por que todo antes de ser fue una idea y sin ella ya hubiera dejado de ser hace mucho.

Cada día vendo muchos equipos y elementos de computo, bastante “hardware” en palabras más técnicas pero es el “software” de las personas con el que yo realmente conecto, la empatía es el programa que instale hace mucho tiempo en mi cabeza y es con el que logro reconocer las necesidades del otro, de mis clientes, amigos y familia, así es de tal forma que la primera parte para resolver un problema es identificarlo y la ultima es venderles la solución acorde a sus especificas maneras.

No sé si todos puedan volverse grandes vendedores pero estoy segura que todos vendemos, no importa si son bienes o servicios, a veces basta con venderse a uno mismo todos los días y esa es la verdad que alimenta la pasión con la que vendo a todas las personas con las que convivo todo el día, todos los días.

 

Juana María del Carmen Martínez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *